David y el Desafío de la Humildad

Uno de mis personajes predilectos en la Biblia, es el rey David. El hombre “conforme al corazón de Dios”, su historia me parece fascinante porque contiene muchas de las experiencias que vivimos incluso hoy día y cualquiera puede beneficiarse de las enseñanzas de David.

David era un pastor de ovejas, soldado del ejército israelí, fue Rey, el más prominente de Israel;  salmista, sacerdote y profeta ¡Increíble!. Pero sin dudas su mayor título fue el de hombre “conforme al corazón de Dios”,  ¡imagina ser llamado así!. En Hechos 13:22 Pablo dijo: “…les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.

Podríamos pensar que un hombre así realmente no tuvo muchos contratiempos y que llevó una vida espiritual perfecta. La verdad está lejos de la realidad. David se enfrentó a enemigos físicos pero también a espirituales entre los que citamos: lujuria, orgullo, infidelidad a Dios  y egoísmo. Pero a pesar de ello, Dios siguió teniendo este concepto de él tal como lo denota Pablo y su lista de cualidades también era significativa según las describe la Biblia: obediencia, fe, valentía y caracter de adoración sin igual. Creo que la mayor de las cualidades de David era su humildad ante Dios pese a ser recordado como uno de los más importantes administradores del reino y ser la raíz de cuyo linaje vendría Jesús.

¿Humildad vs. Orgullo?

¿Cómo puede una persona ser humilde y orgullosa?  Ambas representaciones las encontramos en la Biblia en diferentes etapas de la vida de David. En sus inicios cuando David fue ungido como rey de Israel, Saúl aun era rey pero David mostró su corazón humilde y fiel a Dios al perdonar la vida de Saúl mas de una vez, quien presa de los celos lo perseguía constantemente. Él sabía que Dios lo había escogido para una posición muy desafiante pero también sabía que Saúl antes que él había sido ungido del mismo modo y él honraba a Dios al respetar su ungido.

Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o su día llegue para que muera, o descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. 1 Samuel 26: 9

Del mismo modo, David fue humilde y valiente en su enfrentamiento a Goliat, un gigante de los filisteos que desafiaba a Israel porque nadie podía vencerlo. David era de baja estatura, delgado, sin entrenamiento militar pero celoso del reino de Dios y movido por la osadía del filisteo contra el ejército del Dios viviente se enfrentó a este con apenas una onda, o lo que también conocemos como un tirapiedras. Humanamente no había posibilidad para David, pero su fe no conocía negativas y se rehusó a vestirse de guerrero porque se sentía más seguro de sí mismo en sus ropas de pastor de ovejas.

Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. 1 Samuel 17 38-40

La Biblia nos muestra sin embargo, dos episodios oscuros en la vida de David. El primero marcó para siempre el destino de su familia y de su reino y el segundo fue un castigo por su soberbia. En la próxima entrega, estudiaremos estos eventos, sus consecuencias y la forma en la que David respondió a modo de aprendizaje para nuestras propias experiencias.

 

 

 

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