Hijas de la Luz del Norte trae impresa en el título una invitación a la aventura y como toda novela landscape, tiene la esencia para mantener al lector atado, de principio a fin. En esta tercera experiencia con Christine Kabus, debo decir principalmente que su narración ha evolucionado de forma visible a través de sus libros y que estos son cada vez más ricos en elementos de ambientación tanto de espacio como de contexto histórico.
Esta novela puede verse como secuela de En el corazón de los fiordos de hecho su personaje central viene directamente de esta así como también algunos lugares y hechos que forman parte de la segunda entrega, sin embargo también puede disfrutarse sin la ayuda de la novela anteriormente citada.
Kabus nos regala esta vez, personajes muy trabajados en términos literarios, se nos presenta a Nora, como una mujer más madura y que se enfrenta a un dilema de origen que sacude su mundo conocido. En teoría esta búsqueda es similar a la de Lisa, la protagonista de la primera parte de la historia, quien viaja a Noruega para hallar sus antepasados. En el caso de Nora, se trata de un descubrimiento profundo de la etnia sami de la que desciende directamente y a la que antes no había prestado atención.
Entre los elementos destacados de la narración, hallamos un poco de realismo mágico, pinceladas históricas sobre la lucha sami por la igualdad de derechos, un contraste histórico muy fascinante porque esta novela también utiliza la técnica narrativa alternante. Llegados a este punto, Kabus nos regala no una, sino dos protagonistas, Ailu y Nora, la primera bisabuela de la segunda. La autora nos lleva a viajar por casi un siglo de cambios y percepciones respecto a la etnia sami, la discriminación, los prejuicios y las numerosas rebeliones que les permitieron la inclusión política y social a los sami como parte de la población noruega.
La novela nos habla del desprecio a las minorías, de las diferencias de clase, y nos permite además comprender los caminos recorridos por la mujer noruega a lo largo de los años, según se percibe, durante el siglo XX al menos la mujer de cierta posición social, tenía libertades, estudiaba, trabajaba y tomaba decisiones sobre su futuro. Y hago hincapié en esto, porque como bien sabemos en algunos países y aun en el siglo pasado, las mujeres tenían muchas limitaciones de tipo social, político, cultural y hasta religioso.
Por su parte, Ailu una joven sami criada en un orfanato y luego por padres adoptivos noruegos, es extraída de su tribu, arrancada de su familia a la tierna edad de 9 años, y desde entonces su vida fluctúa entre la discriminación, el abuso y la opresión; luego la redención, la inclusión en un nivel social muy superior y su caída en picado para recuperar sus orígenes. Y en todas estas fases, vemos como siendo una “auténtica noruega” mientras era la hija adoptiva de los Foss, tuvo libertades y gozó de privilegios, que le fueron arrebatados una vez su identidad sami fue revelada. Y todo esto ocurre en revés con Nora, solo que no tan drásticamente, cuando esta siendo una noruega toda su vida, choca de bruces con sus orígenes sami y su apreciación de esta cultura comienza a arraigarse profundamente en su fuero interno.
En conclusión, leer este libro me parece ampliar los horizontes, volver a ver a Noruega desde los ojos de la autora y desde un punto en el tiempo muy importante.
Sarah Javier 
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